Por ANTONIA CAMPOS Así como hay glotones, sibaritas y paladares refinados en la villa del Señor, también hay personas que viven sin comer. Dicen que se alimentan del aire y que pueden pasar toda su vida sin probar alimento, funcionando perfectamente.
Siempre me ha llamado la atención cierta particularidad de la comida: a diferencia de otras necesidades vitales –dormir, respirar– comer involucra una decisión. Incluso antes de transformarse en una herramienta de lucha o protesta (Gandhi detuvo una guerra entre hindúes y pakistaníes con 5 días de ayuno), abstenerse de los alimentos es una parte fundamental de todas las religiones. El ayuno como purificación, como símbolo de sacrificio, de liberación a los apegos terrenales. Pero la forma más radical de ayuno es aquella que no contiene ninguno de estos fines: aquella en que no comer se transforma en el fin.
Había escuchado hablar alguna vez a un amigo acerca de personas que viven sin comer, no porque no tengan qué comer, sino porque no lo necesitan. Por supuesto, nunca le creí. Pero hacer el experimento en Google arroja otras luces: estos seres existen, se llaman autótrofos, y se alimentan a sí mismos. Como las plantas. Una de las personas autótrofas más famosas de las que se tiene registro es Teresa Newmann, una estigmatizada alemana(estigmatizada en el sentido de las llagas de Cristo, como en la película) que en diciembre de 1922 dejó de comer. Cinco años más tarde también dejó de tomar agua. Y vivió hasta 1962, o sea que pasó 40 años sin comer y manteniéndose en su peso normal de 54 kilos. Otro es un yogui indio llamado Pralad Djani, que desde los 6 años de edad no ha comido ni bebido nada (tiene 62). Se dice que fue examinado una vez por doctores indios, y que éstos comprobaron que el cuerpo de Pralad Djani funcionaba normalmente: incluso producía orina, pero ésta era absorbida por la vejiga. El yogui explicó que obtenía agua del aire. Esta es la pista para dar con otra categoría de gente que no come: los “breatharians”, que significa algo así como gente que se alimenta del aire. En realidad, ellos sostienen que se alimentan del prana, que en hindú es la fuerza vital de la respiración. Los breatharianos sostienen que el organismo consiste en tejidos que consisten en moléculas que consisten en átomos: protones y electrones. O sea que finalmente lo que hay es corrientes de energía, y que esas corrientes pueden ser adaptadas para seguir generando energía incluso cuando no hay comida. También se cuidan de aclarar que la adaptación es un proceso que no se puede realizar por cuenta propia, que obedece a un estado de conciencia y de espiritualidad elevado. Pero como a estas alturas toda espiritualidad tiene su precio, hay un Instituto Breathariano en Estados Unidos que por la módica suma de 25 millones de dólares entrega todas las técnicas y secretos para vivir sin comer. Porque hay que aclarar que varios han muerto en el intento y otros muchos han sido cuestionados por la ciencia y tildados de impostores. Como la australiana Ellen Greve (alias Jasmuheen), quien admite que de vez en cuando come un pedazo de chocolate o se toma un capuchino para satisfacer su necesidad de gusto. Así cualquiera. |